A veces pienso en el brillo que no existe
cuando mis dedos viajan cargados de memoria,
todo aquello que supimos simplemente
hoja que fuiste a veces lanzadera de mis ojos
sombra de los sueños de algún día.
A veces, hueco ovalado bajo el cielo
de tu grácil figura confortable,
como la sed preñada de deseo otras veces,
sudor tenaz de una canícula,
el aire inquilino del huésped que se ausenta,
que amamanta en perspectiva su mirada,
cómplice del sol atardecido hoja simple
y del prejuicio entonces de tu corta vida.