Puedo mirar la luna
cada noche entre tu pelo,
caracoles de palabras a la espera
como versos incapaces en silencio,
que no sabré decir tu nombre
mientras tanto,
ni las letras que rubrican tu frescura
ni el presagio de los besos contumaces,
así tu estancia la horma sin frontera
que sacia con destino de aire ausente
los lances de tu miel y de mi aroma,
mi frágil movimiento entre dos luces
la luz de la palabra equidistante.