Si una palabra es infértil,
espera decorada de carmín y viento
en la antesala del silencio,
donde aprende a extinguir
su tiempo de respuesta,
a no decir nada
y silenciar con agonía
en la distancia iluminada
sobre los verbos apagados.
Si una palabra es infértil,
espera decorada de carmín y viento
en la antesala del silencio,
donde aprende a extinguir
su tiempo de respuesta,
a no decir nada
y silenciar con agonía
en la distancia iluminada
sobre los verbos apagados.
Yo pararía,
cubriría de verde mi camino atormentado
para poder llorar de rabia y frío
lo más incipiente del silencio
entre mis huesos,
como lo hacen las flores exhaustas
bajo la espera del rocío.
Quedar aquí,
pensando que camino
entre los claros inherentes
de las personas y las cosas.
Quedar aquí,
para ver sin mirar, el aire
entre los muros destrozados.
Quedar aquí,
para hacer mío una vez más
el olor a tierra guardada.
Aquí es donde naciste
bajo el silencio y el agua,
en un antro de luz apagada
que pensaba tu color,
Si no sirviera de nada,
no extinguiría los rencores del alma,
el calor de la llama que enardece
fachadas blancas y corazones agasajados
de cálidos caldos, para viandas grasientas.