A Gregorio Sanz, in memoriam
Pasará algún día cuando pase,
que no se sacien de agua las aceras
con la tinta que dejaron esparcida
los remeros sin nombre de la idea,
los mismos que amarraron con su nombre
la barca de aquellos que amaron y se fueron.
Pasará algún día cuando pase,
que no se recuerde su pasado
sobre las piedras que surcaron paso a paso,
cuaresmas en los años anudados
bajo el cauto silencio de una estrella.
Pasará y no habrá memoria en la palabra
que dure más que un frágil sueño
sobre la noche enredadera
para el hombre poeta solitario,
aquel que yace escueto sin el beso y la leyenda.
Pasará algún día cuando pase,
que no acuda el verso al presagio de la muerte
y que la vida nos sorprenda en la partida,
como quien vive sin mirada
así, como si nada,
vertiendo sangre sobre el verso
en los confines de la tierra
sin el lánguido auspicio de la noche.
Y pasará algún día cuando pase,
que no se guarden los nombres
ni los restos de las musas descalzas
sobre papeles impresos y maltrechos,
que quedarán sobre el pasado aniquilado
igual que habita la duda sin delirio en el olvido.
Aquí, en la cúspide del sueño siguen vivos
como cenizas de viento para el viento
y así quedarán los versos sin saberlo
y los nóveles hambrientos de talento
evitarán sin recelo el desconcierto.
Foto Jorge Romero |
Me ha gustado tu blog Tiene sabor de letras
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar por aquí, me alegra saber que estos versos te dicen algo. Un abrazo.
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