En algún lugar,
forzado por el simple apego
de sentir el roce efectivo de los colores,
la eterna calma del placer visual
ante los tonos saciados de adjetivos,
y esa verdad que llueve siempre
sobre la luz y sobre el viento.
En algún lugar estuvo el origen
de una imagen que quedó grabada
para siempre como un rito recurrente,
somos los hijos de aquella Ilíada,
los dueños rebeldes de la ruptura
con la memoria de especie.
En algún lugar,
sigue existiendo el destino
que nos acerca,
la terca capacidad de disfrutar
con una imagen,
con una parte del pasado.
Lo sigo pensando;
somos los dueños rebeldes de la ruptura,
viajeros en busca de algún destino
cargado de vínculos para el sosiego.
Foto: Jorge Romero Aranda
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