jueves, 25 de septiembre de 2025

En algún lugar

 

En algún lugar,

forzado por el simple apego

de sentir el roce efectivo de los colores,

la eterna calma del placer visual

ante los tonos saciados de adjetivos,

y esa verdad que llueve siempre

sobre la luz y sobre el viento.

En algún lugar estuvo el origen

de una imagen que quedó grabada

para siempre como un rito recurrente,

somos los hijos de aquella Ilíada,

los dueños rebeldes de la ruptura

con la memoria de especie.

En algún lugar,

sigue existiendo el destino

que nos acerca,

la terca capacidad de disfrutar

con una imagen,

con una parte del pasado.

Lo sigo pensando;

somos los dueños rebeldes de la ruptura,

viajeros en busca de algún destino

cargado de vínculos para el sosiego.

                                                


                                                                      Foto: Jorge Romero Aranda

martes, 16 de septiembre de 2025

Concupiscencia

 

Nacer en la colina más opuesta,

desde donde se otea el Rubicón

y su brillo muestra la equidistancia

entre la miseria y la opulencia,

ese escenario no hace a nadie diferente.

El valor está en otra parte, lejos de la sangre,

donde los cantos son del aire

y el árido señuelo de la guerra

se pierde entre el silencio cómplice del eco,

y nada es nuevo allí abajo

y nada se multiplica tanto como la ira

cuando el sol ciega el color de una sonrisa.

Nacer en la colina más opuesta

solo nos hace hermanos de sangre en la distancia,

herederos del triunfo camuflado

mientras que, alguien brama en silencio

nuestros nombres desnutridos

macerando entre sus piernas una ira

que no nos pertenece, ni a ti ni a mí

ajenos de la distancia,

ni a ti ni a mí

que nacimos lejos de su concupiscencia.


                                                                          Foto: Jorge Romero Aranda

           

domingo, 14 de septiembre de 2025

Todo lo que quisimos (perdimos)

 

Quisimos la ventana

para admirar el paisaje,

para sentir el aire fresco

de una libertad robada,

faltaba algo en nuestras vidas

y el viento supo la respuesta.

Quisimos el verbo

para cantar las canciones

del ahogo y la miseria

arroyos de tinta invisible

sobre las calvas de la tierra,

senderos saturados

bajo el humilde deseo

de la palabra mancillada.

Después quisimos el mar

y la luna, las estrellas quisimos

y las calles y los besos en las plazas.

También quisimos el agua y la risa

el pan y el sudor de las frentes,

pero olvidamos la piedra primera

y no la quiso nadie,

ni tú, ni yo,

que vivimos sobre sus cimientos.

Inexplicablemente,

nadie pidió un minuto de espera

y la memoria se apagó silenciosa

supo irse como el agua,

mostrar el inicio del ciclo;

la misma sangre derramada.


                                                                     Foto: Jorge Romero Aranda