A veces me pregunto
si sabremos ensamblar
de nuevo los cristales,
si podremos esperar inalterables
bajo la tregua del tiempo
a las mujeres y los hombres,
vigilar errores y derrotas
y mantener la calma mientras tanto.
Nunca hemos osado tanto,
no hemos soñado nunca
con el brillo de un Olimpo nuevo,
con el viento susurrante de sus faldas
frente al roce placentero de una lluvia
cargada de esperanza.
Nunca hemos sido el eco
apagado de la memoria rota
ante todo lo que fuese aprendizaje.
A veces me pregunto
si sabremos ensamblar
de nuevo los cristales,
y no sé por qué lo hago
si ya sé que no cabe tanta duda en el misterio
y los cuerpos aunan los suspiros
ante la queja de la tierra,
por eso a veces me pregunto
si podremos simplemente
reinventar el recurso preñado de deshechos;
la válida respuesta ante el silencio.
El último bastión de la belleza.
Jorge, estamos demostrando que no somos capaces si no es, de repetir una y otra vez las barbaries además incrementando la crueldad. Y nos llamamos humanos? Últimamente, ni reponemos los cristales rotos, creo yo.
ResponderEliminarGracias por compartirnos un poema con tanta fuerza.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani por pasar por aquí. Un abrazo.
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